Cerraron el billar que estaba por mi casa, ese donde dicen que se reunían antiguos campeones por las tardes a retarse en carambola. El lugar me vio pasar cientos de veces frente a sus puertas, a veces ignorándolo y otras esquivándolo. La posibilidad de entrar me producía vértigo, aquellos viejos jugadores que ostentaban un gran talento siempre me intimidaron más de lo que me invitaron a aprender con ellos.
Poco a poco cierran las pulquerías, cantinas y billares de más tradicion en esta ciudad, nosotros aceptamos este hecho como inevitable y algunos intentamos abastecernos de recuerdos mientras podemos; alimentamos nuestra nostalgia a priori.
La ciudad es grande y cambia rápido, si queremos regodearnos algún día de la época que apenas alcanzamos a vivir tenemos que apurarnos, salir y conocer nuevos (viejos) lugares casi a diario. Los lugares inevitablemente cierran, más ahora con la crisis (más cultural que económica) que atraviesan, nuestro deber es procurarles una muerte digna y lejos del olvido.
DATO: Hasta mediados del siglo pasado todavía llegaban trajineras a la merced
Poco a poco cierran las pulquerías, cantinas y billares de más tradicion en esta ciudad, nosotros aceptamos este hecho como inevitable y algunos intentamos abastecernos de recuerdos mientras podemos; alimentamos nuestra nostalgia a priori.
La ciudad es grande y cambia rápido, si queremos regodearnos algún día de la época que apenas alcanzamos a vivir tenemos que apurarnos, salir y conocer nuevos (viejos) lugares casi a diario. Los lugares inevitablemente cierran, más ahora con la crisis (más cultural que económica) que atraviesan, nuestro deber es procurarles una muerte digna y lejos del olvido.
DATO: Hasta mediados del siglo pasado todavía llegaban trajineras a la merced